El papel de Maestro

10.10.2018

Efectos de las prácticas docentes

Por

Paola Cartagena

"Que destine mi discípulo a la espada, a la iglesia o

a la abogacía, poco me importa. Antes de la vocación

de sus padres y maestros, la naturaleza le

llama a la vida humana. El oficio que quiero

enseñar es el vivir. Cuando salga de mis manos,

yo estoy de acuerdo en que no será un magistrado,

ni sacerdote, primeramente será hombre, todo

cuanto deba ser un hombre y sepa serlo".

(Jean J. Rousseau, 1762)

Este pensamiento nos permite reflexionar sobre los efectos de nuestra práctica docente, sobre esa imagen del maestro como artesano o moldeador de la vida de sus estudiantes. Pero lo más importante que nos presenta, es un maestro que reconoce que su labor como docente va más allá de trasmitir o exponer un conocimiento teórico, porque su labor también consiste en educar para la vida, en enseñar a vivir. Este maestro reconoce que cada sujeto construye su propio modo de relacionarse con el mundo y permite que cada estudiante establezca una relación vital con el conocimiento.

Al pensar que pudo hacerme elegir esta carrera y hoy ser docente de Aula. Pienso en los motivos, razones y circunstancias que me han traído hasta este camino y reconozco que tienen que ver directamente con las enseñanzas recibidas por algunos maestros. Aquellos no alcanzaban a dimensionar lo que sus palabras y su ejemplo producía en mí. Pero gracias a ellos, a los maestros, iba creciendo en mí un amor profundo por conocer y un deseo por enseñar. Esta elección personal, después de meditarlo un poco, me parece que ha sido abonada por cada una de las personas que significativamente se acercaron a mí y ayudaron en mi elección de ser maestra y de relacionarme con el saber de la filosofía. Noto ahora, que algunos maestros intervinieron positivamente en mi vida, me dieron un impulso hacia el saber; su pasión y entusiasmo por el conocimiento se convirtió en mi pasión y entusiasmo por el mismo saber. Sin ellos saberlo transferían en mí sus prácticas. Y desde allí empieza el camino que me ha traído hasta aquí.

Por lo tanto encuentro la figura del maestro, como absolutamente determinante para el estudiante, y reflexiono sobre los efectos que tiene mi práctica. Y como estoy continuamente influyendo sobre sus vidas y sobre la relación que éstos establecen con el conocimiento.

Reconozco que nuestra función como maestros no es gratuita para el alumno, tenemos una función formativa, que va más allá de lo estrictamente académico, nuestra intervención como docentes toca directamente la vida de nuestros estudiantes.

Este conocimiento es fundamental para reflexionar sobre nuestra labor como docentes, porque reconocemos que detrás de las elecciones y deseos del estudiante ocupamos un lugar preponderante. El maestro como figura determinante en la vida del estudiante, debe reconocer que nada que haga o deje de hacer quedará sin consecuencias para el estudiante.

Por último, la invitación es, recuperar la práctica docente pensada como una labor transformadora, creadora y formadora de seres humanos.

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