EL DERECHO A LA VIDA
EL DERECHO A LA VIDA UN DERECHO QUE PRIMA SOBRE TODOS LOS DEMÁS
Por:
Paola Cartagena Yarce
Ángela María Mira Cardona
Hablar del derecho a la vida en Colombia, un país que ha sido cultural e históricamente violento, parece ser una utopía, ya que día a día, somos testigos de hechos atroces que vulneran los derechos fundamentales, y en donde el derecho a la vida se ve mancillado, estropeado, violentado. La integridad de la persona, su derecho a existir, se ve interrumpido, por el secuestro, por las masacres, por las violaciones, por los hechos corruptos de muchos de sus gobernantes y dirigentes, quienes por enriquecer sus arcas dejan a poblaciones enteras a merced del hambre, y de la miseria.
Toda esta situación, este panorama desolador, parece obedecer a una condición connatural de violencia, de muerte, inoculada en el ADN, de todos los habitantes, que nos hace proclives a los actos violentos, y que viene desde tiempos inmemoriales cuando la ocupación y conquista de este territorio se hizo a través de la violencia, del desalojo, de la expropiación. Este fue entonces, el origen de una guerra que se ha perpetuado, prolongado a través de los años y de generación en generación. Y en donde el menor atisbo de reconciliación, se desvanece, pareciera que nos hemos acostumbrado a vivir en guerra, y naturalizamos la muerte y la violencia. Esto precisamente se vio reflejado con la actitud en el plebiscito de octubre del 2016, en donde la mayoría del pueblo colombiano votó No al proceso de paz, dejando como en el limbo y a medio camino, el esfuerzo por alcanzar la reconciliación, y asumir la paz como un bien común.
Ahora bien, todo ello nos hace pensar que nos encontramos en una paradoja, en un círculo vicioso. Ya que una parte desea la paz y garantizar los derechos para todos, pero, otra parte, está imbuida, rezagada, en una lógica de violencia y de muerte en donde el derecho a la vida se ve menoscabado. Ante esta situación se hace necesario que los y las colombianas hagan consciente la memoria del conflicto armado que ha pervivido por mucho tiempo en nuestro país. Es hora de dejar de ser testigos silentes, y levantar las voces para construir un futuro donde sea posible el reconocimiento y la aplicación de los derechos civiles, políticos, económicos; y los derechos sociales, culturales y ambientales. Teniendo presente que los derechos humanos son una conquista, y en la medida en que se luche por ellos, éstos existirán y perdurarán.
